—¡Papá, papá, compráme el Gaturro 20, que ya salió!
—¿Otra vez con lo mismo, Tina? Te vengo diciendo desde Gaturro 9 que ese gato es un ladrón que le roba los chistes a Quino.
—¿Quién es Quino?
—No importa. Ese no es el tema. El tema es que me duele como padre darle plata al señor que dibuja a ese gato.
—No me interesa el señor, me interesa el gato.
—Yo te entiendo, Tina. Pero vos tenés que entenderme a mí. La plata para comprar esas cosas te la doy yo...
—Porque sos un papá bueno, y precioso.
—Calláte. No seas aduladora. Mirá este dibujo, y después mirá este otro. ¿No te das cuenta que son iguales?
—¡No me importa papá, Gaturro me hace reír! ¡Compráme la mochila de Gaturro, que viene con una taza de Gaturro y con un libro de Gaturro para colorear!
—¿Cómo que no te importa, Tina? Es muy importante lo que te estoy mostrando... Mirá este chiste de Fontanarrosa, y ahora mirá este de tu Gaturro. ¿No los ves parecidos?
—¡Sí, me encantan los dos! ¡Juguemos a las diferencias!
—¡Ahora no estamos jugando, Tina! Estamos conversando sobre el trabajo de las personas. Hay gente que se rompe el marote inventando chistes, y haciendo dibujos para que vos te rías.
—¡Como Gaturro!
—¡Noooo! Como Quino, Fontanarrosa, Rudy, Daniel Paz, Rep y muchos otros... Y después hay un gato sinvergüenza que los copia para sacar un montón de libros...
—¡Veinte, son veinte libros! Y el último no lo tengo. ¿Me lo comprás? ¡Daaale, compráme Gaturro 20!
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