Por Primo Louis
El delasotismo es un PJ duro, de derecha, tradicional y no menos feudal que el de los Saadi en Catamarca o los Juarez en Santiago del Estero, pero con mejor prensa y con una escala que le permite ser más sutil. Es un modelo que gobernó durante 8 años y fue capaz de delegar, aunque con acusaciones de fraude de por medio, en un alfil el gobierno por 4 años más para volver en 2011. En un pequeño espacio sin renovación partidaria (y esto no es un detalle menor) concentra los vínculos con los pools sojeros, el empresariado industrial y mediático y el narcotráfico, entre otros.
“Defendamos a Córdoba” fue la consigna de campaña del delasotismo en la última elección legislativa. Este discurso tiene raigambre en parte de los mitos populares de nuestra provincia: que Córdoba es perjudicada abierta e intencionalmente por el centralismo porteño (desde Mitre, pasando por sus diversas formas, hasta el día de hoy por el gobierno nacional). Y este discurso abreva en el “Córdoba es una isla” de Angeloz con el cuál se diferenciaba del alfonsinismo y el menemismo reinantes durante su gobierno.
Este es un discurso que cotidianamente, desde las pequeñas hasta las grandes cosas, los medios locales se han ocupado en señalar y que nunca ha sido correctamente leídos (como por una especie de justicia poética) por la Nación en estos 10 años. La coparticipación, las retenciones al campo (Córdoba aporta 1 de cada 4 pesos a retenciones por soja) , la Caja de Jubilaciones (“jubilados de privilegio” les dijo Diego Bossio a los gremios estatales – algunos incluso filo K-), los subsidios al transporte (la diferencia en el precio del tren o colectivo en Buenos Aires y en Córdoba “es explicado” por la discriminación de la Nación), la negativa de hacer llegar programas como el Argentina Trabaja, etc. Cada una de estas situaciones han sido oportunamente señaladas por los medios como una renovación del centralismo porteño que se condensó en un excelente slogan de campaña pensado por Ramiro Agulla: “Defendamos a Córdoba”.
Ese relato mostró algunas fisuras durante la misma campaña electoral, cuando Carolina Scotto, candidata del FpV, demostró con un convenio en la mano que el puente en Rio Cuarto donde Schiaretti y de la Sota grabaron un spot había sido financiado por vialidad nacional.
La narcopolicia
Sin embargo es recién a partir de una investigación del programa “ADN”, la versión cordobesa (y un poco más seria) del programa de Lanata, que llega el cuestionamiento de fondo al modelo de gobierno delasotista. Con cámaras ocultas filmaron a la cúpula de la división de Drogas Peligrosas donde confesaban sus vínculos con el narcotráfico y, con trabajo documental, mostraron las vinculaciones entre funcionarios delasotistas y los principales narcos de la provincia. La investigación en la justicia avanza y ya hay importantes detenidos pero también unos cuantos policías suicidados.
La marcha de la Gorra, que protesta contra el inconstitucional Código de Faltas cuestionando que que la policía tenga la potestad de detener, enjuiciar y encarcelar bajo la figura de merodeo a cualquier persona, genera 200 detenidos diarios (principalmente jóvenes de sectores vulnerables por portación de cara), en esta edición convocó unas 25.000 personas. Un número impresionante para una marcha en Córdoba.
Todo esto produjo resquemores en una fuerza que estaba siendo usada para financiar la caja negra de la política y el complemento de salarios de los mismos policías. Los policías en blanco ganan mal, pero es vox populi que participan de las ganancias generadas. Ser el próximo perejil que pierde o quedarse sin los “aportes no remunerativos” pasó a ser un riesgo muy grande para demasiados policías (y sus familias).
En este escenario aparece el reclamo por salarios, condiciones laborales y por “lavar la imagen de la policía”. El arreglo al que se llegó al mediodía incluye salarios que serán pasados al sueldo básico pero también asume que los costos operativos ya no corren por el agente (chalecos, uniforme, seguro, arma) sino que los asume la provincia. Es decir, ya no dependerá de lo recaudado por cada seccional, es una especie de garantía de que los policías no se van a quedar solos. Apenas firmado salieron a festejar “vamos a hacer de goma Córdoba, la ciudad es nuestra!”.
Los saqueadores vs. Los vecinos
Un capitulo aparte merece el fenómeno de los “saqueos”. Hasta la finalización de los noticieros no se habían detectado sólo dos incidentes. Pero por la noche se produjo un raid de robos que difícilmente pueda explicarse su efectividad si no es a base de organización. ¿Grupos delictivos fogoneados por la policía autoacuartelada para presionar? Esa pareciera la explicación más sencilla nos dice Okham, pero son todas suposiciones.
Este saqueo, que nada tiene que ver con el hambre del 2001 o del 89, generó una rápida reacción en los barrios de mayor poder adquisitivo: el levantamiento de barricadas y el control (armado en muchos casos) de las calles por los mismos “vecinos”. Cualquier persona que circulara en moto era bajada inmediatamente de la misma y molida a palos. Muchas motos fueron incendiadas (Update: el storify de @laugigli aquí.).
Aquí el cordobesismo mostró la profunda raigambre de clase que tiene: los “vecinos” decidieron que a falta de la policía el poder “volvía al pueblo” (que son ellos) para aplicar las penas a los saqueadores (saqueadores = “negros” = anda en moto). El estado de sitio autoaplicado tuvo un fuerte carácter revanchista más que otra cosa. Vean este video y la gente festejando la cacería.
El futuro
El enorme error político de Capitanich y sus declaraciones no fueron dejados pasar, el gobierno nacional tuvo menos reflejos que con los incendios. Hoy para los cordobeses, de la Sota y la Nación son lo mismo: dos matones que se pelean entre ellos a ver quién la tiene más grande en vez de resolver el problema.
El que crea que este es el fin de la carrera política de de la Sota está muy equivocado. Al menos no en Córdoba. Porque el Cordobés sigue pensando que es cordobés sólo el que no es negro y tiene algo para perder. Y que para eso, la derecha siempre es mejor. El discurso de de la Sota fue muy claro marcando la línea: “Desde este momento la policía vuelve a estar al servicio de los cordobeses, salimos a perseguir delincuentes y saqueadores”. De un lado los saqueadores, del otro, los cordobeses con la policía y el mismo Gobernador a la cabeza.
La pregunta , la que a nadie acá le interesó hacer es, ¿por qué tanta gente se volcó a los saqueos? Incluso se cuestionó porqué se llevaban cosas valiosas en lugar de comida (se ve que estaría bien en Córdoba pasar hambre hasta que no aguantes más) pero no su masividad. ¿Fue una expresión contra los sectores siempre dominantes? ¿Se le puede dar forma para expresarla a través de la política? El problema social desborda hoy por todos lados al gobierno provincial, parece que esta vez vamos a tener que hablar de Córdoba.
“Defendamos a Córdoba” fue la consigna de campaña del delasotismo en la última elección legislativa. Este discurso tiene raigambre en parte de los mitos populares de nuestra provincia: que Córdoba es perjudicada abierta e intencionalmente por el centralismo porteño (desde Mitre, pasando por sus diversas formas, hasta el día de hoy por el gobierno nacional). Y este discurso abreva en el “Córdoba es una isla” de Angeloz con el cuál se diferenciaba del alfonsinismo y el menemismo reinantes durante su gobierno.
Este es un discurso que cotidianamente, desde las pequeñas hasta las grandes cosas, los medios locales se han ocupado en señalar y que nunca ha sido correctamente leídos (como por una especie de justicia poética) por la Nación en estos 10 años. La coparticipación, las retenciones al campo (Córdoba aporta 1 de cada 4 pesos a retenciones por soja) , la Caja de Jubilaciones (“jubilados de privilegio” les dijo Diego Bossio a los gremios estatales – algunos incluso filo K-), los subsidios al transporte (la diferencia en el precio del tren o colectivo en Buenos Aires y en Córdoba “es explicado” por la discriminación de la Nación), la negativa de hacer llegar programas como el Argentina Trabaja, etc. Cada una de estas situaciones han sido oportunamente señaladas por los medios como una renovación del centralismo porteño que se condensó en un excelente slogan de campaña pensado por Ramiro Agulla: “Defendamos a Córdoba”.
Ese relato mostró algunas fisuras durante la misma campaña electoral, cuando Carolina Scotto, candidata del FpV, demostró con un convenio en la mano que el puente en Rio Cuarto donde Schiaretti y de la Sota grabaron un spot había sido financiado por vialidad nacional.
La narcopolicia
Sin embargo es recién a partir de una investigación del programa “ADN”, la versión cordobesa (y un poco más seria) del programa de Lanata, que llega el cuestionamiento de fondo al modelo de gobierno delasotista. Con cámaras ocultas filmaron a la cúpula de la división de Drogas Peligrosas donde confesaban sus vínculos con el narcotráfico y, con trabajo documental, mostraron las vinculaciones entre funcionarios delasotistas y los principales narcos de la provincia. La investigación en la justicia avanza y ya hay importantes detenidos pero también unos cuantos policías suicidados.
La marcha de la Gorra, que protesta contra el inconstitucional Código de Faltas cuestionando que que la policía tenga la potestad de detener, enjuiciar y encarcelar bajo la figura de merodeo a cualquier persona, genera 200 detenidos diarios (principalmente jóvenes de sectores vulnerables por portación de cara), en esta edición convocó unas 25.000 personas. Un número impresionante para una marcha en Córdoba.
Todo esto produjo resquemores en una fuerza que estaba siendo usada para financiar la caja negra de la política y el complemento de salarios de los mismos policías. Los policías en blanco ganan mal, pero es vox populi que participan de las ganancias generadas. Ser el próximo perejil que pierde o quedarse sin los “aportes no remunerativos” pasó a ser un riesgo muy grande para demasiados policías (y sus familias).
En este escenario aparece el reclamo por salarios, condiciones laborales y por “lavar la imagen de la policía”. El arreglo al que se llegó al mediodía incluye salarios que serán pasados al sueldo básico pero también asume que los costos operativos ya no corren por el agente (chalecos, uniforme, seguro, arma) sino que los asume la provincia. Es decir, ya no dependerá de lo recaudado por cada seccional, es una especie de garantía de que los policías no se van a quedar solos. Apenas firmado salieron a festejar “vamos a hacer de goma Córdoba, la ciudad es nuestra!”.
Los saqueadores vs. Los vecinos
Un capitulo aparte merece el fenómeno de los “saqueos”. Hasta la finalización de los noticieros no se habían detectado sólo dos incidentes. Pero por la noche se produjo un raid de robos que difícilmente pueda explicarse su efectividad si no es a base de organización. ¿Grupos delictivos fogoneados por la policía autoacuartelada para presionar? Esa pareciera la explicación más sencilla nos dice Okham, pero son todas suposiciones.
Este saqueo, que nada tiene que ver con el hambre del 2001 o del 89, generó una rápida reacción en los barrios de mayor poder adquisitivo: el levantamiento de barricadas y el control (armado en muchos casos) de las calles por los mismos “vecinos”. Cualquier persona que circulara en moto era bajada inmediatamente de la misma y molida a palos. Muchas motos fueron incendiadas (Update: el storify de @laugigli aquí.).
Aquí el cordobesismo mostró la profunda raigambre de clase que tiene: los “vecinos” decidieron que a falta de la policía el poder “volvía al pueblo” (que son ellos) para aplicar las penas a los saqueadores (saqueadores = “negros” = anda en moto). El estado de sitio autoaplicado tuvo un fuerte carácter revanchista más que otra cosa. Vean este video y la gente festejando la cacería.
El futuro
El enorme error político de Capitanich y sus declaraciones no fueron dejados pasar, el gobierno nacional tuvo menos reflejos que con los incendios. Hoy para los cordobeses, de la Sota y la Nación son lo mismo: dos matones que se pelean entre ellos a ver quién la tiene más grande en vez de resolver el problema.
El que crea que este es el fin de la carrera política de de la Sota está muy equivocado. Al menos no en Córdoba. Porque el Cordobés sigue pensando que es cordobés sólo el que no es negro y tiene algo para perder. Y que para eso, la derecha siempre es mejor. El discurso de de la Sota fue muy claro marcando la línea: “Desde este momento la policía vuelve a estar al servicio de los cordobeses, salimos a perseguir delincuentes y saqueadores”. De un lado los saqueadores, del otro, los cordobeses con la policía y el mismo Gobernador a la cabeza.
La pregunta , la que a nadie acá le interesó hacer es, ¿por qué tanta gente se volcó a los saqueos? Incluso se cuestionó porqué se llevaban cosas valiosas en lugar de comida (se ve que estaría bien en Córdoba pasar hambre hasta que no aguantes más) pero no su masividad. ¿Fue una expresión contra los sectores siempre dominantes? ¿Se le puede dar forma para expresarla a través de la política? El problema social desborda hoy por todos lados al gobierno provincial, parece que esta vez vamos a tener que hablar de Córdoba.
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